Parámetros del sonido
La música
está compuesta por dos elementos básicos: los sonidos y los «silencios».
El sonido
es la sensación percibida por el oído al recibir las variaciones de presión
generadas por el movimiento vibratorio de los cuerpos sonoros. Se transmite por
el medio que los envuelve, que generalmente es el aire de la atmósfera. La
ausencia perceptible de sonido es el silencio, aunque es una sensación
relativa, ya que el silencio absoluto no se da en la naturaleza.
El sonido tiene cuatro parámetros
fundamentales:
La altura
es el resultado de la frecuencia que produce un cuerpo sonoro; es decir, de la
cantidad de ciclos de las vibraciones por segundo o de hercios (Hz) que se
emiten. De acuerdo con esto se pueden definir los sonidos como
"graves" y "agudos". Cuanto mayor sea la frecuencia, más
agudo (o alto) será el sonido. La longitud de onda es la distancia medida en la
dirección de propagación de la onda, entre dos puntos cuyo estado de movimiento
es idéntico; es decir, que alcanzan sus máximos y mínimos en el mismo instante.
La duración
corresponde al tiempo que duran las vibraciones que producen un sonido. La
duración del sonido está relacionada con el ritmo. La duración viene
representada en la onda por los segundos que ésta contenga.
La
intensidad es la fuerza con la que se produce un sonido; depende de la energía.
La intensidad viene representada en una onda por la amplitud.
El timbre
es la cualidad que permite distinguir los diferentes instrumentos o voces a
pesar de que estén produciendo sonidos con la misma altura, duración e
intensidad. Los sonidos que escuchamos son complejos; es decir, son el
resultado de un conjunto de sonidos simultáneos (tonos, sobretonos y
armónicos), pero que nosotros percibimos como uno (sonido fundamental). El
timbre depende de la cantidad de armónicos o la forma de la onda que tenga un
sonido y de la intensidad de cada uno de ellos, a lo cual se lo denomina
espectro. El timbre se representa en una onda por el dibujo. Un sonido puro,
como la frecuencia fundamental o cada sobretono, se representa con una onda
sinusoidal, mientras que un sonido complejo es la suma de ondas senoidales
puras. El espectro es una sucesión de barras verticales repartidas a lo largo
de un eje de frecuencia y que representan a cada una de las senoides
correspondientes a cada sobretono, y su altura indica la cantidad que aporta
cada una al sonido resultante.
Elementos de la música
La
organización coherente de los sonidos y los silencios (según una forma de
percepción) nos da los parámetros fundamentales de la música, que son la
melodía, la armonía y el ritmo. La manera en la que se definen y aplican estos
principios, varían de una cultura a otra (también hay variaciones temporales).
La melodía
es un conjunto de sonidos —concebidos dentro de un ámbito sonoro particular—
que suenan sucesivamente uno después de otro (concepción horizontal), y que se
percibe con identidad y sentido propio. También los silencios forman parte de
la estructura de la melodía, poniendo pausas al "discurso melódico".
El resultado es como una frase bien construida semántica y gramaticalmente. Es
discutible —en este sentido— si una secuencia dodecafónica podría ser
considerada una melodía o no. Cuando hay dos o más melodías simultáneas se
denomina contrapunto.
La armonía,
bajo una concepción vertical de la sonoridad, y cuya unidad básica es el
acorde, regula la concordancia entre sonidos que suenan simultáneamente y su
enlace con sonidos vecinos.
La métrica,
se refiere a la pauta de repetición a intervalos regulares, y en ciertas
ocasiones irregulares, de sonidos fuertes o débiles y silencios en una
composición.
El ritmo,
es el resultado final de los elementos anteriores, a veces con variaciones muy
notorias, pero en una muy general apreciación se trata de la capacidad de
generar contraste en la música, esto es provocado por las diferentes dinámicas,
timbres, texturas y sonidos.
Otros
parámetros de la música son: la forma musical, la textura musical y la
instrumentación.
Cultura y música
Buena parte
de las culturas humanas tienen manifestaciones musicales. Algunas especies
animales también son capaces de producir sonidos en forma organizada; lo que
define a la música de los hombres, pues, no es tanto el ser una combinación
"correcta" (o "armoniosa" o "bella") de sonidos
en el tiempo como el ser una práctica de los seres humanos dentro de un grupo
social determinado.
Independientemente
de lo que las diversas prácticas musicales de diversos pueblos y culturas
tengan en común, es importante no perder de vista la diversidad en cuanto a los
instrumentos utilizados para producir música, en cuanto a las formas de emitir
la voz, en cuanto a las formas de tratar el ritmo y la melodía, y -sobre todo-
en cuanto a la función que desempeña la música en las diferentes sociedades: no
es lo mismo la música que se escucha en una celebración religiosa, que la
música que se escucha en un anuncio publicitario, ni la que se baila en una
discoteca. Tomando en consideración las funciones que una música determinada desempeña
en un contexto social determinado podemos ser más precisos a la hora de definir
las características comunes de la música, y más respetuosos a la hora de
acercarnos a las músicas que no
son las de nuestra sociedad.
La mayoría
de las definiciones de música sólo toman en cuenta algunas músicas producidas
durante determinado lapso en Occidente, creyendo que sus características son
"universales", es decir, comunes a todos los seres humanos de todas
las culturas y de todos los tiempos. Muchos piensan que la música es un
lenguaje "universal", puesto que varios de sus elementos, como la
melodía, el ritmo, y especialmente la armonía (relación entre las frecuencias
de las diversas notas de un acorde) son plausibles de explicaciones más o menos
matemáticas, y que los humanos en mayor o menor medida, estamos naturalmente
capacitados para percibir como bello. Quienes creen esto ignoran o soslayan la
complejidad de los fenómenos culturales humanos. Así, por ejemplo, se ha creído
que la armonía es un hecho musical universal cuando en realidad es exclusivo de
la música de Occidente de los últimos siglos; o, peor aún, se ha creído que la
armonía es privativa de la cultura occidental porque representa un estadio más
"avanzado" o "superior" de la "evolución" de la
música.
Otro de los
fenómenos más singulares de las sociedades occidentales (u occidentalizadas) es
la compleja división del trabajo de la que es objeto la práctica musical. Así,
por ejemplo, muchas veces es uno quien compone la música, otro quien la
ejecuta, y otro tercero quien cobra las regalías. La idea de que quien crea la
música es otra persona distinta de quien la ejecuta, así como la idea de que
quien escucha la música no está presente en el mismo espacio físico en donde se
produce es solamente posible en la sociedad occidental de hace algunos siglos;
lo más común (es decir, lo más "universal") es que creador e
intérprete sean la misma persona.
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